Tengo miedo
pero no quiero,
no debo,
no puedo decirlo.
Estoy en tus manos
y confío en tu benevolencia.
Aunque...
debo dejar de apretar el puño
porque no tengo que demostrar mis miedos.
Él no lo tolera.
Sólo me pide obediencia
y sumisión.
Por respeto, no por miedo.
Por reconocer su superioridad
y autoridad sobre mí...
Estoy lista para recibirte, mi señor.
Siempre estoy disponible para tí.
En cualquier momento
y en todo lugar.
Siempre sabes conducirme
hacia el placer de la entrega
para tu regocijo.