Marta se acerco y le pregunto su nombre.
María se lo dijo.
Hablaron un buen rato, bebieron unas cuantas copas juntas. Sus miradas se cruzaron tantas veces que se conocían los ojos de la otra de memoria.
Dos mujeres que sentían un ardiente deseo la una por la otra.
Querían salir de allí, lo antes posible, para poder estar juntas, en una cama y poder llevar a cabo sus deseos mas ocultos.
Marta se levantó y pagó las copas.
Salieron juntas del bar.
Llegaron juntas a la habitación del hotel que María habia pagado. No podian dejar de mirarse, desnudandose con la mirada la una a la otra.
Y se besaron. Y fue el beso mas apasionado que dos personas se dieron nunca. Se besaron durante toda una vida. Pero a ellas se les hizo corto.
Marta tumbó a María en la cama, y se acariciaron el cuerpo como pocos amantes lo habian hecho antes.
No dejaron de recorrer ni un centimetro de sus cuerpos.
Marta juntó las manos de Maria y las ató con una cuerda.
María estaba muy excitada. Marta lamió los pezones de su amante. Sus sexos estaban muy humedos, chorreantes de amor.
Bajó sus manos y separó sus piernas para poder atar sus tobillos a cada lado de la cama.
Su lengua se deslizó por su vagina, desde arriba hacia abajo, haciendo que su cuerpo se retorciera como el de una serpiente que se arrastra por el suelo.
María no podia parar de gemir, y entre los gemidos que soltaba su perfecta boca apenas podia distinguirse el nombre de su recien estrenada amante. Fueron unos momentos gloriosos para las dos. Creyeron tocar el cielo con la punta de sus dedos, pero aquello no iba a ser sino el principio de una maravillosa noche, y de una gran historia de amor.
Despues de utilizar su lengua, Marta saco un gran consolador que uso con su amante.
Cuando María tuvo el orgasmo mas grande que habia tenido en su vida, se quedño tumbada en la cama, mientras Marta se encendia un cigarro y se tumbaba junto a ella, que aun seguia atada.
-Ha sido la mejor experiencia que he tenido en mi vida.
-Ahora te toca a ti.
